Alekséi Leónov…
La historia del siberiano Alekséi Leónov, ingeniero, piloto y cosmonauta, nació el 30 de mayo de 1934, en Listvyanka, Irkutsk, Rusia. Elegido para ser parte de un grupo de veinte pilotos de la Fuerza Aérea y así conformar el futuro grupo de cosmonautas, cuya cabeza era nadie más ni nadie menos que Yuri Gagarin, la primera persona que viajó al espacio en 1964.
Leónov fue el comandante de la tripulación soviética “Misión Apolo-Soyuz”, donde Leónov fue el primer soviético en darle la mano a un estadounidense, como una muestra para escenificar una bajada de tensión entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS, a raíz de la carrera espacial.
Alekséi, junto con Valentina Tereshkova, la primera mujer en viajar al espacio, Gagarin y otros 17 pilotos de la fuerza aérea de la URSS, formaron la primera organización de cosmonautas del país soviético.
Leónov dedica la última etapa de su vida a la divulgación científica y a promover la exploración espacial pacífica y colaborativa. Por sus méritos, fue galardonado con numerosos premios, nombrado dos veces el Héroe de la Unión Soviética. Desafortunadamente Alekséi Leónov falleció a sus 85 años, un 11 de octubre.
Hoy recordamos a Alekséi Leónov, que, aunque tiene muchísimas historias que contar, hoy en su honor, hablaremos a detalle de una de las historias más conocidas en la historia aeroespacial y la cual marcaría el curso de su vida para siempre, así como la del mundo entero.
La historia del primer paseo espacial
Es importante saber que, en el mundo aeroespacial, los “paseos espaciales” reciben el nombre de “actividad extravehicular” o bajo el acrónimo: EVA (Extra Vehicular Activity). En los 60 la posibilidad de realizar EVA ‘s era muy perseguida por aquellos que protagonizaron la conocida carrera espacial. Carrera que tenía por objetivo la Luna y que para lograr esto, los astronautas tenían que poder gozar de un traje que les permitiera salir y moverse libremente por el satélite. Estos trajes debían permitir que su huésped pudiera realizar transferencias de tripulación en situaciones de emergencia entre naves que se acoplaran.
Ahora esta emocionante historia comenzó el 18 de marzo de 1965. La misión para Leónov era salir al espacio a bordo de su nave, Voskhod 2, el plan era orbitar la Tierra a 500 km de altitud y a 20,000 km/h y realizar la EVA.
La tripulación de la misión está compuesta por los cosmonautas Pavél Beliáyev y Alekséi Leónov, a bordo de la nave Voskhod 2. Está nave contaba con un anillo exterior que una vez la nave estuviera en el espacio desplegaría una esclusa cilíndrica, llamada Volga.
Esquema de la nave Voskhod 2
Después de hinchar el Volga y de presurizar su interior con aire, Beliáyev abre la escotilla de entrada, para que Leónov con su traje ya puesto, se introdujera en la esclusa. Beliáyev mantiene una conversación con Alekséi para mantenerlo tranquilo y para recordarle que se ajuste al plan de vuelo—ya que, a lo largo de su historia, Leónov es conocido por no seguir órdenes y esconder información a sus superiores— poco más de una hora y media después del lanzamiento, Beliáyev abre la escotilla y Leónov sale al espacio con una mochila de sustento vital y un traje espacial que está unido a la nave por medio de un cable de cinco metros.
A los pocos segundos entran en comunicación con la estación de Yevpatoria, la cual recibe las primeras imágenes de su salida. Leónov se encuentra volando a más de 27,000 km/h y a más de 170 km de altitud.
Mientras tanto, la emoción en el Control de la Misión en Moscú era desbordada, ya que había sido un completo éxito la exploración espacial, y estaban especialmente orgullosos de que uno de los compañeros con los que habían trabajado estrechamente era el primer humano en vivir una experiencia semejante.
La EVA de Leónov estaba planeada para que durará entre diez y quince minutos, aunque las provisiones de aire le daban poco más de dos horas, su mochila podía proveer otros 45 minutos, y si eso no fuera suficiente, fuera de la esclusa se encontraba un tanque de aire de emergencia que podía proveer 80 minutos extra.
Al final de esta maravillosa aventura Leónov y Beliáyev se encuentran con el que sería el primero, y definitivamente no la última de sus complicaciones. Leónov comienza a tener problemas cuando su traje se hincha más de lo esperado, al punto que sus pies y manos alcanzaban a estar dentro de las botas y guantes del traje, esto con tan sólo 12 minutos de haber salido de la nave.
Leónov se ve forzado a regresar al Voskhod 2, pero pronto se da cuenta que no iba a poder entrar por los pies, esto era importante porque de esa forma Leónov podía entrar directamente a su asiento. Pronto Leónov llega a la conclusión de que tendría que entrar de cabeza; entrar de cabeza implicaría dificultades, ya que el hinchamiento del traje limitaba completamente el control de sus extremidades, así que eso deja a Leónov con una sola opción.
Expulsar el aire de su traje a través de la válvula exterior, y así con esto Leónov reduciría la presión interior de su traje un 40%, esto le permite recobrar el control necesario para introducir la cabeza en la esclusa. Leónov se enfrenta a un cansancio excesivo, el sudor se acumula en el interior de su traje, un ritmo cardíaco de 140 pulsaciones por minuto, dificultades respiratorias y una temperatura de 38 grados. Leónov sabía que una vez dentro de la esclusa, tendría que darse la vuelta para poder entrar a la nave por los pies, pero esto supondría un enorme reto teniendo en cuenta una esclusa de un diámetro de apenas 1,2 metros.
Afortunadamente después de 10 minutos, un cansado Leónov logra la posición necesaria para poder ingresar en el interior del Volga, poniéndole un fin a su EVA.
¿Crees que la historia de Leónov y Beliáyev termina ahí? Pues no, esto sólo era una de las complicaciones a las que se enfrentarían ese día.
Ya que la escotilla que daba acceso al Volga no se podía cerrar una vez que fuera eyectada la esclusa, lo que resulta en una pequeña fuga de aire y posteriormente implicaría un riesgo porque facilitaba la combustión a bordo a partir de alguna chispa accidental. Por otra parte, la presión interna en los tanques que presurizan la nave descendió hasta niveles que levantaron una preocupación en Leónov y Beliáyev en caso de que se tuviera que extender la duración de su vuelo.
Afortunadamente más pronto que tarde, los niveles se estabilizan y permiten que los tripulantes del Voskhod 2 reduzcan los niveles de oxígeno antes de la reentrada.
Pero nuevamente la tripulación se ve abordada por otro gran problema al momento de su reentrada cuando se ven obligados a realizar un encendido de desorbitación manual, ya que el módulo de servicio no se había separado de la nave de descenso en la que iban Leónov y Beliáyev.
Este era una clave importante para el reingreso a la Tierra ya que esto permitiría que pudieran tener una reentrada en la atmósfera sin infringir en la tripulación niveles de desaceleración excesivos, lo que quiere decir que, Leónov y Beliáyev tuvieron que soportar hasta diez veces su propio peso, antes de que el módulo de servicio se separar finalmente del Voskhod 2.
Mantas, botas, ropa y una botella de coñac rota…
Debido a que el encendido orbital para iniciar el descenso a la Tierra había sido manual, el Voskhod 2 acabó aterrizando a 386 km del lugar designado.
En medio de Siberia donde Leónov y Beliáyev habían aterrizado, un lugar densamente cubierto por árboles y nieve, Leónov y Beliáyev no sabían dónde estaban, ni cuánto tiempo tardarían en encontrarlos, lo que sí sabían es que tomaría tiempo, debido a la dificultad que presentaba el terreno para que el servicio de rescate los encontrara y pudiera tener acceso al lugar.
Pero pronto son vistos por un conjunto de helicópteros, que logran lanzarles mantas, botas, ropa y una botella de coñac. Aunque cabe decir que las ropas quedaron colgadas en las copas de los árboles, la botella de coñac hecha pedazos en el suelo, lo que deja a las mantas como único método de protección para los peligrosos -30° grados del interior del Voskhod 2 a los que tendrían que enfrentarse Leónov y Beliáyev por las próximas horas.
No es hasta el día siguiente que un grupo de rescate logra ingresar al lugar, donde se han visto forzados a aterrizar, por medio de esquís.
La historia de Beliáyev y Leónov consigue una de las historias de exploración más interesantes del mundo porque a pesar de todos los problemas y riesgos durante la misión, el objetivo del vuelo se cumplió de forma satisfactoria para así marcar un hito en la historia.
¿Cuéntanos, habías escuchado antes de esta historia? ¿Qué otras historias conoces de Alekséi Leónov?
Por Elisabet R. Jiménez Dávila