#hoysupe que la bicicleta armó una revolución feminista
Al decir bicicleta podemos pensar en ella como un medio de transporte alternativo, un aparato para hacer deporte (en ocasiones extremo por la falta de cultura vial) o como el juguete que muchos tuvimos de niños y con el que tantas veces llegamos a ser amigos íntimos del suelo, no sé ustedes pero yo si. Pues resulta que también ha sido símbolo de rebeldía, tecnología y moda, pero sobre todo, de libertad. ¿Suena raro? Vayamos un poco al pasado.
Podría parecer que la bicicleta fue uno de los inventos más sencillos pero no, de hecho aún no ha quedado muy claro su origen. Hay quienes dicen que fue el genio Leonardo Da Vinci quien en 1490 realizó los primeros bocetos, y hay quienes dicen que solo es un mito.
De lo que si hay registro es de la primera bicicleta patentada en 1817, creada por el alemán Karl Drais Von Sauerbroní. Este modelo era similar a las actuales, con una pequeña diferencia: no tenía pedales, por lo tanto se avanzaba con los pies, (ehhh??). Sí, algo así como el troncomóvil de los Picapiedra. Este modelo fue prohibido en algunos países por los accidentes que provocó. Aunque de ahí surgieron diferentes modelos, como los de grandes llantas para llevar mayor velocidad, los triciclos etc., pero aún así los accidentes seguían sucediendo. Fue entonces cuando la bicicleta empezó a tener un sinfín de cambios no solo en su diseño, también en su impacto en los procesos sociales y culturales a nivel mundial.
A México la bicicleta llegó en 1953 con el italiano Giacinto Benotto, quien vino para vivir en Guadalajara y creó las bicicletas Cóndor y Águila Dorada. En ese entonces tener una bicicleta era como tener el Iphone 6 en nuestros días, tanto asó que se menciona en una canción:
“De todas las modas que han llegado de París y Nueva York, hay una sin igual, que llama la atención. …Son bicicletas que transitan de Plateros a Colón, y por ellas he olvidado mi caballo y mi albardón…”
Pero su mayor impacto fue en las mujeres, ¿una mujer arriba de una bici? ¡¡¡PECADO!!!
Como era de esperarse la liga de la decencia puso el grito en el cielo, las mujeres que se atrevían a usarla eran vistas como machorras. Se creía que causaba infertilidad, se criticaba por la ropa indecente (si nos vieran ahora en lycras), pero el mayor pecado no era ese, sino el de frotar los órganos sexuales contra el sillín, ya que este las podría sobreexcitar y como diría Freud, conducir a la histeria. Y no dudo que alguna mujer haciendo caso de estos mitos lo haya utilizado por curiosidad, “nomas por no dejar”.
También se creía que el andar en bicicleta curaba el insomnio, dolor de cabeza, dispepsia, y otros males; pero la mayor curación que en lo personal agradezco, es que nos evitó el uso de vestidos ampones con los que prácticamente caminas barriendo el suelo.
Para estas alturas la revolución de las bicicletas estaba iniciando: la vestimenta empezó a cambiar y esto causó la indignación de la sociedad cuidadora de los buenos modales. Las mujeres dejaron el corset y los vestidos que pesaban toneladas para cambiarlos por bermudas holgadas, obviamente debajo de la rodilla para no enseñar más de lo debido.
Fue Angeline Allen quien escandalizó a la sociedad por sus apariciones en la prensa al pedalear con pantalones cortos en el Asbury Park de Nueva Jersey, ¡bendita seas Angeline! Porque de ahí en adelante la industria de la moda empezó a crear pantalones, bermudas y toda clase de ropa que permite moverse con mayor comodidad y libertad a las mujeres.
Susan Brownell Anthony, activista de los derechos civiles dijo:
“Creo que la bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que ninguna otra cosa en el mundo”.
Y es que este cambio volvió a la mujer independiente en movilidad: ya se podía desplazar por distancias largas para conocer más y mejor el entorno en que vivía.
Y hablando en términos de parejas, los científicos consideran que la bicicleta influyó en la diversidad genética ya que ahora no tenían que conformarse con cortejar a su vecina, ahora podrían conocer a esa persona que habían conocido en alguna tertulia y que vivía en la otra punta del pueblo. ¡A que no contaban con esa! Digamos que era el tinder o el whatsapp para ligar de nuestros días.
Por cierto, la primera mujer en darle la vuelta al mundo en bicicleta fue Annie Londonderry en 1895 con tan solo 25 años. El viaje duró 15 meses y su bicicleta no tenía frenos. Doble aplauso para ella.
La inofensiva bicicleta ha venido a romper muchos patrones, a algunos les ha roto algunos huesos, pero lo mejor de ella es la sensación que te da al subirte para pedalear en completa libertad.
Háganse un favor este fin de semana: si tienen bici sáquenla a pasear y si no, vayan a un parque donde las rentan por horas y recuerden esos ratos jugando carreritas con sus amigos.
Yo mientras tanto, espero el día en que se invente algo para que los perros no nos correteen.