#hoysupe las verdaderas intenciones de La Malinche

A pesar de que esta mujer ha sido fuertemente criticada y se han contado innumerables historiassobre ella, La Malinche aún tiene mucho que decirnos. Y como aquí en Hoy Supe, creemos en elderecho de réplica, le dimos espacio para tener una interesante conversación.

La Malinche

La Malinche

HS: ¿Neta Marina? ¿Nos vendiste, cómo pudiste?

MALINCHE: ¿Ya vas a empezar igual que todos los tuyos? ¿Que no era una plática para conocer mi historia? Acuérdate: “sin prejuicios”.

HS: Sorry, de repente me gana mi mexicanidad. Ya sabes, eso de que los españoles nos conquistaron, que tú les ayudaste y que tienen la culpa de nuestra desgracia. Pero mejor empecemos de cero. Dime tu nombre completo.

MALINCHEMalinalli, en honor a la Diosa de la Hierba, aunque los españoles después de bautizarme en su religión me cambiaron el nombre a Marina.

HS: Platícame de tu familia, ¿cómo la recuerdas?

MALINCHE: Era una niña muy querida por mi papá, vivíamos cerca de la región que ahora le dicen Coatzacoalcos, en Veracruz. Mi papá era un hombre bueno, ¡ah que buenos recuerdos tengo! ¡Cómo me protegía! Éramos de familia acomodada, hasta que un día los aztecas exigían más impuestos a mi papá y él se negó, era demasiado, los malditos lo capturaron y lo ejecutaron en Tenochtitlán. Desde entonces los odié, solo quería vengarme de aquellos que lo habían matado. ¿Sabes?, novelas como Revenge deberían pagarme regalías. Mi mamá se volvió a casar y tuve un hermano, a él lo nombraron heredero de todas sus posesiones. Ahora yo era un estorbo para la nueva familia de mi madre, así que me regalaron a unos tabasqueños que después también me vendieron como esclava. ¿Te imaginas lo que sentí? ¡La mujer que debió protegerme ahora me entrega como esclava siendo yo muy niña!

HS: ¡Que fuerte Marina!, no me puedo imaginar eso, y ¿entonces como hiciste para salir adelante?

MALINCHE: Voy a sonar presuntuosa, pero era bonita y había aprendido a desenvolverme, fueron las ventajas de haber nacido en buena cuna. Además del hecho de haberme vendido a un cacique de Tabasco hizo que dominara el maya aparte de mi lengua natal, el náhuatl. Así que cuando llegaron Cortés y su gente, me entregaron como regalo junto con otras veinte mujeres, ellos vieron mi facilidad para comunicarme y me volvieron inseparable.

HS: Marina, ¿qué fue lo que hizo cambiar tu corazón? Básicamente te volviste aliada de nuestros enemigos.

MALINCHE: ¿Sabes lo que es vivir en esclavitud? Esa era la única forma de vida que yo conocía y ahora por fin estaba con alguien para quien era una ayuda importante. Ellos me trataban bien, me respetaban. Además, yo no traicioné a mi gentemi gente estaba siendo sometida por los aztecas, mis enemigos eran ellos, los aztecas, esos que habían destruido a mi familia y ahora tenían sometidos a los míos, ¿no harías tú lo mismo? Súmale que no recuerdo bien mi edad, pero estaba alrededor de los 20 años. Imagínate a esa edad y ser entregada a un montón de señores grandes, también fue un acto de supervivencia.

HS: Algunos te culpan de ser la autora de castigos muy severos. ¿Qué dices a eso?

MALINCHE: ¡Ja! Dicen que era yo quien dictaba los castigos, pero eso no pasó. Yo le explicaba a Cortés las costumbres y la forma de pensar de los indios, servía de interprete entre ellos, tal vez no me creas,  pero sin mi ayuda la historia hubiera sido mucho más sangrienta de lo que fue en realidad, ya que al hacer algunas negociaciones se evitaban batallas.

HS: ¿Sabes que hoy en nuestros días le dicen “malinchista” a quien prefiere a otros sobre los suyos propios? ¿Qué les dirías a ellos, a los que creen que traicionaste a México?

MALINCHE: No se puede traicionar a quien no existe, México aún no existía. Eran muchas tribus dispersas por todo Mesoamérica, ni siquiera estaban unidas entre ellas, estábamos unidos en el dolor de ser sometidos por los aztecas. Yo cambiaría el término, “malinchista” es querer liberar a los tuyos de quien los tienes oprimidos. Lo que hice fue unirme al hombre que con sus armas y su epidemia de viruela podía derrotar a los aztecas, ellos eran mis únicos enemigos, tal vez no supe medir que pasaría después y si por eso me van a condenar, ¡que me condenen! Lo volvería a hacer sin dudar. Fue un acto de amor a mi gente.

HS: Y a él… ¿lo amaste?

MALINCHE: Sin duda. Era yo una niña y ya te repetí que solo conocía la esclavitud, ¿cómo no iba a amar al hombre que me dio una voz? Tuve un hijo con él, Martín. Pero ellos son raros. Resultó estar casado, y cuando se establecieron las cosas mandó traer a su esposa Doña Catalina y a mí me hizo casar con uno de sus hombres, Juan Jaramillo, y de ese matrimonio tuve una hija llamada María.  ¿Te digo algo? La verdad era feo, chaparro y jorobado. ¡Mira que atribuirle tantas matanzas! Si supieran que la viruela que trajeron mató más que toda su gente y sus armas.

HS: Marina, ¿dirías que eres la madre de México?

MALINCHE: Tal vez a muchos no les guste, pero la verdad es que en mí empezó el mestizaje y si eso me convierte en madre de los mexicanos, sí, sí lo soy.

HS: ¿Qué le dirías a los mexicanos en la actualidad?

MALINCHE: (risas leves) Son raros, me acusan de preferir a otros y ellos andan preguntando por razas de perros cuando ustedes mismos son mestizos, pero bueno… ¿Qué les diría? Ahora que conocen mi versión, son libres de escoger que creer, pero no me tomen de pretexto ni a mí ni a los españoles de que fueron conquistados y por eso son un pueblo jodido, tienen mucho potencial como país.  Algunos autores me consideran La Chingada, la mujer ultrajada, pero si lees a Octavio Paz, él sí me hace justicia. No renieguen de mí porque al hacerlo, reniegan de su origen, ahora sí que como dicen en sus tiempos “let it go”. No fui ni traidora ni culpable, simplemente una mujer con las mínimas condiciones para ser.