Esta herida pronuncia más preguntas que respuestas, porque el buen arte es coma aquella lanza y esta pintura como nuestro mundo.

En un polo se alaba el realismo contundente de sus pinceladas, y en el otro, se cuestiona la propuesta que divide al mundo en dos: la idea del Cristo resucitado.

Caravaggio-LaincredulidaddeSantoTomas

Sucede la duda a la hora del ocaso. El sol ya se alejó de los que no salen en la escena. La luz, en cambio, da una última oportunidad al discípulo y sus acompañantes que llegan tarde a ella, pero llegan.

Porque mientras haya luz habrá oportunidad de acceder a sus respuestas. Caravaggio lo sabía y lo hizo como nadie. El maestro italiano magnificó e inmortalizó grandes historias a través de la luz y las sombras, la forma de su narrativa era el claroscuro.

Porque mientras tengamos una herida podremos acceder a nuestra historia, pero no todos lo entienden. Por eso la mano del Cristo le muestra el camino de las respuestas a Tomás, lo lleva a sentir por sí mismo el relato que cobarde escribió una lanza romana.

Michelangelo Merisi, el Caravaggio, hace lo mismo con nosotros: con la fuerza del realismo y la inevitable dureza de la luz, nos lleva al punto de inflexión de la historia, el instante en que el mundo se empezó a dividir en dos, el momento en que, como con toda herida, empezamos a tener más preguntas que respuestas.