#hoysupe sobre los originales Rayados de Monterrey.

Discutiendo de fútbol y fracasando en el tema como buena mujer, se me ocurrió decir: “Por lo menos nosotros somos Tigres, ¿pero ustedes? ¿Rayados? ¿Rayados de dónde o cómo?”. Pero mis interlocutores no tenían la más mínima idea. Así que me puse a investigar y aquí les va la historia de los verdaderos rayados de Monterrey.

Los rayados originales

Los rayados originales

 

Resulta que hace muchos, muchos años, antes del ICQ y el wi-fi, existió una tribu que habitaba en la zona que hoy es Nuevo León y el lado este de Coahuila. Esta gente, cubierta en tatuajes por todo el cuerpo o parte de él, se movía por la Sierra Madre. Se referían a sí mismos con nombres ancestrales, religiosos o culturales. Al llegar los españoles y debido de que la palabra tatuaje aún no existía en el idioma castellano, los llamaron Los Rayados… O Borrados.

Esto porque nuestros compas españoles cuando cometían un error al escribir en papel, lo tachaban con líneas o un borrón; yo digo que por eso les fue lógico llamarlos así.

Según dicen los que saben, este nombre abarcó a muchos grupos de personas diferentes que ni siquiera tenían el mismo idioma u origen cultural. Hay algunos estudios sobre estos grupos que poblaron el Nuevo León prehispánico pero nada detallado. Las interrogantes sobre estos grupos son muchísimas, ¿cuántos grupos había? ¿qué lenguas hablaban? ¿cuáles eran los límites de cada tribu? ¿tenían centros de culto?

No se sabe. Pero Alonso de León habla de ellos en sus escritos así: “Andan los varones desnudos, en carnes, y tal vez se ponen unas suelas en los pies, atadas con unas correas, que llaman cacles, para defensa de las espinas; los cabellos largos, traen caídos atrás, con una correa de venado, que les da la punta a las nalgas, o sueltos, como mas quieren; píntanse las caras en general, cada nación con diferentes rayas, y otros todo el cuerpo, a la larga, atravesadas, derechas las rayas, o ondeadas, cual suele estar la tireba; algunos tienen, de la coronilla a la frente, pelado y rayado, que nacen las rayas de las narices”.

Alonso de León también los describe como cortos de mente, barbáricos y cegados. Pero, a ver, omitamos la redacción del escrito y empecemos a imaginar como tenían la piel bronceada por el sol norteño, sus rayas atravesándoles la cara, cazando liebres y ciervos, y sobre todo, haciéndonos el favor de comenzar a trabajar la tierra que hoy es Nuevo León.

En fin, espero que toda la afición rayada de corazón se sienta bien orgullosa de llevar un nombre tan padrísimo, nadamás no se chiflen de más, porfa, de cuates.