#hoysupe sobre el Robin Hood de El Dorado.
Todos hablaban sobre él. No había una sola persona que no supiera sobre su existencia. Su
cabeza tenía una recompensa, pero pocos se atrevían a intentarlo. Joaquín Murrieta, la
leyenda viviente.
La fiebre de oro en California estaba en su apogeo. Era increíble la cantidad de inmigrantes
que llegaban buscando el tesoro. Comenzaron a recoger el oro en los arroyos y en los lechos
de los ríos usando técnicas simples, pero fueron evolucionando. Se escuchaban historias de
inmigrantes que habían llegado sin nada y se habían marchado millonarios. Sin duda era la
oportunidad de sus vidas. El camino no era nada fácil pero la recompensa era prometedora.
Pero no podía ser tan “fácil”. Los norteamericanos vieron que lo mejor estaba siendo
explotado por latinos, así que las persecuciones y la xenofobia no tardaron en llegar. El
gobernador de ese momento acusó a los extranjeros de transgresores y los expulsó. Y
comenzó la violencia. Muertes, saqueos, palizas; era horrible lo que sufrieron a mano de los
norteamericanos.
Pero se empezó a escuchar la historia de un hombre que atacaba a los estadounidenses. Al
principio se escuchaba como una historia como la de la mayoría de los extranjeros, un hombre
que llegó buscando oportunidades y encontró violencia. Su esposa fue violada y asesinada y
buscaba venganza. Pero no había nada especial, todos querían lo mismo. Hasta que
comenzaron a ver carteles con su nombre escrito y una recompensa por su entrega.
“Los cinco Joaquines” era la banda a la que perteneció durante mas de tres años. El robo de
más de 100 mil dólares, el robo de cien caballos, el asesinato de 19 personas, el asesinato de
tres oficiales, son algunos de los delitos que cometieron junto con “Jack Tres Dedos”.
Harry Love era el encargado de terminar con este grupo, pero en especial con Murrieta. Y
parecía que lo había logrado cuando comenzó a exhibir dos frascos: uno con la cabeza de
Murrieta y otro con la mano de Jack. Pero después de esta supuesta muerte hubo varios
avistamientos de este personaje e incluso se cuenta que llegó una carta firmada por el mismo
Murrieta donde afirmaba: “todavía conservo mi cabeza”, así que se empezó a decir que Harry
y su grupo de rangers inventaron esta historia para poder cobrar la recompensa. Dicen que
murió a finales de la década de 1870 y su cuerpo fue enterrado en un cementerio jesuita en
Sonora.
No sabemos a ciencia cierta si todo es verdad, pero leyenda o no fue un personaje que dejo
huella en la cultura de la frontera e incluso inspiró novelas y películas.